“
Jean-Jacques Rousseau convivió con el descubrimiento de la montaña y tuvo un
valor importante en la apertura del gran peregrinaje hacia los Alpes. Como un
fundamento de la vida social y situó en sus caprichosas manifestaciones un
sentimiento, una atracción hacia sus parajes y sus gentes de espíritu ejemplar, la idealización de una
comunidad humana capaaz de vivir influidos por la atracción vertiginosa de sus
cumbres y magníficos roquedales impertérritos y libres; como éramos los hombres
al ser encomendados al uso de leyes para además poder ser felices y soberanos,
pues su obra tuvo relevante impronta en las generaciones siguientes al
fundamentar la existencia del hombre que trasciende la moral idiosincrática y
escoge sus valores éticos por consenso, tradición y el derecho a la
autoconservación, una nueva garantía personal, los medios voluntarios para la
existencia se trasladan a un cuerpo societario de fines en si mismo con
autoridad legítima para los hombres, las leyes, que repercuten en cuatro zonas
de intervención actualmente vigentes: leyes políticas o leyes fundamentales,
leyes civiles, leyes criminales y una última ley y la más importante que no se graba en bronce, sino en el corazón
de todos los ciudadanos, que es la verdadera constitución del Estado que cada
día adquiere nuevas fuerzas; que cuando las demás leyes envejecen o se
extinguen, las reanima o las suple; que
conserva a su pueblo en el espíritu de su institución; que sustituye
insensiblemente la fuerza del hábito por la de la autoridad*Fin libro II, El
Contrato Social, J.J. Rousseau*”.
La
región es poco frecuentada por los viajeros -escribe en uno de sus paseos-;
pero cuán interesante para los contemplativos solitarios que gustan embragarse
a placer con los encantos de la naturaleza y recogerse en un silencio que no
turba más ruido que el grito de las águilas, el gorjeo entrecortado de algunos
pájaros y el fragor de los torrentes que caen de la montaña.Capítulo
1, Precedentes remotos y próximos. Pág 39-40.El
sentimiento de la montaña Doscientos años
de soledad.Eduardo
Martínez de Pisón y Sebastián Álvaro
Ediciones
Desnivel, 2002.
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