La aventura de viajar no tiene
comparación con la pauta de moverse a cualquier escena veloz y alegremente al
ritmo de las agujas del reloj o al de una jirafa del Congo. Por eso mengua la
llave de la mochila o el árbol del Gorila que camina a la cola del grupo y
encuentra posible la relajada y somnolienta vida animal, así cuando el hombre
bosteza se debilita y mengua también. Cuando el camino no se encuentra marcado,
es posible que los mapas y los GPS sean un artilugio a tener en cuenta al
viajar en coche, es imposible marcar el territorio, aunque los animales nunca
desarrollaron uno de esos objetos parlantes, y sus pisadas encuentran el
territorio angosto; los hombres tienden a dominar lo angosto. Sus pausas en la
selva se conectan con otros sonidos y los guías se personifican pues la jaula
de acero es esquiva al territorio neutral otorgado por la Tierra y aun así todo
funciona.
Ya es la hora, el autobús no
para, el pan tostado, el agua, ¿qué es viajar en esta escena? Donde el estómago
reposa encuentra casa, la función alimentaria creo que implica un gran
movimiento en la jaula de acero y no entraña nada bueno, es la clásica forma de
esquivar a los beta y gamma de los sueños lúdicos de clase empírica ante la
contrabanda relativista. La descendencia genética asociada al estilo, la
imagen, la pulcritud y el lujo definen las clases pero todos ellos contribuyen
a la definición de todas las fases de desarrollo del panorama nacional y
horizontal de la proyección empírica que contribuye hacia que nadie pase
hambre.
Todos nos queremos
hipotéticamente y estamos destinados, sin embargo, al riesgo, a la seguridad y
nuestro mundo es sumamente estricto a su modo por todo aquello material y
natural. La arquitectura tiene la forma que la naturaleza permite y por eso
viajamos, pero también la arquitectura contribuye a lo que la naturaleza omite
y deja su magnífica huella.
Quien duerme en una aventura,
duerme, quien duerme en una jaula de hierro sueña. Habitualmente los sueños
poco o nada tienen que ver con la comida, lo malo es que el ser humano tiene un
fallo que ni Dios/Alá/Buda/Nirvana/Hitos varios… tienen la capacidad de curar y
es mojar la cama, a lo mejor no importa si lo pudiéramos relacionar con las
eyaculaciones de adolescencia soñando con relaciones sexuales y aquí hace falta
abrir y cerrar un caso, ¿quién no ha viajado soñando? Aunque creo que la
velocidad justifica ciertas angostas aventuras en la fosa de acero que abren
los ojos al anochecer y cuesta cerrar los ojos a la escena.
Ya hace tiempo que el tiempo dejo
paso a la historia y el mundo es valioso como para educar en la supervivencia a
la que estamos sometidos, hemos perdido cualquier opción natural y es imposible
despertar de un letargo simbólico que implica expresividad, introspección y
personalidad sobre la racionalidad, la farándula y el ego psicológico.
Denso como un amanecer en
Köngsberg, Noruega, al abrigo de árboles y el contoneo de las aguas que llevan
las ninfas del Midgard los años retroceden para espesar el paisaje con
información trascendental y personal, la sociedad de masas es producto de la
influencia de una sociedad en la masa y no al contrario para hacer envilecer a
los reyes y supurar a los cardenales mientras los territorios se encomiendan a
la furtiva prole y el comercio de alimentos, acaso viajar así no es una
enajenación del método de esparcimiento de la conducta humana previrtual y por
tanto real a secas. Perturbado por la sombra de los coches allá donde en tiempo
hubo trolls y gigantes la mentira encubierta o el tópico de que la realidad es un
mito esconde el pasaje más admirable del paseo sobre la receta temporal unida
por el hilo de la ciencia al pasado en forma de hipótesis sobre el poder. La
realidad es puro tabú en circunstancias tan enigmáticas donde florece la
identidad de grupo y el alienamiento se produce a mayores, conducido por la
masa ecléptica y paranoica.
Maletas por la playa y abrigo en
el hotel sintiendo que la rebaja que obtuvimos con Pullmantur amenizaría
cualquier rato mientras en nuestra caliente estancia nos arrugaríamos de silla
en silla como una gran familia mientras mirábamos hacia el espectáculo oriundo
y magistral de los verdaderos reyes del mundo. La ecuación filosófica que
conlleva el presente destruye cualquier paradigma a base de elitismo laboral y
hospedaje emocional.
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