Las nuevas formas espirituales.

Desde la Ilustración en la Europa Moderna y al cabo del tiempo en la Europa Contemporánea, los hombres y las mujeres de ciencia han declarado su menosprecio por cualquier tipo de tradición que supusiera la pérdida de autonomía para los renovados ciudadanos de un mundo que con el transcurso de los siglos ha terminado interconectado y supercomunicado. En un principio fueron los contactos a través del mar, cuyo comienzo es tan viejo como la humanidad misma y ha llevado a los seres humanos de la mano hacia el contexto general en el que incluso en los puertos USB de nuestros propios ordenadores también desembarcan objetos virtuales que se valoran como parte de otro mercado. Así, la civilización entera y cada una de sus partes ha creado un nuevo sistema de intercambio basado en el uso y por tanto la utilidad de los objetos, antes que a su sentido trascendental y abstracto, esto no quiere decir que el sentido sea determinante para establecer el valor, los criterios que cada cultura utiliza para definir sus requisitos dependen de muchos factores, si comparamos una tribu urbana con otra incluso llegaríamos a conclusiones muy distintas sobre el sentido que para ambas tiene, por ejemplo, el mismo estilo musical. Es complicado definir las tendencias y los motivos que guían a los individuos en el mercado pero una cosa está clara, todo lo que uno hace lo identifica ante sí mismo y ante los demás como una entidad y estas entidades, espíritus, almas y conciencias son la versión subjetiva de la razón, es decir, el espacio que queda abierto a crítica por cada persona y en su fuero interno, es un elemento de distinción y a su vez un conjunto de símbolos y definiciones de la realidad, tanto es así que sin ellos sería impensable el sentimiento renacido de autonomía que se puso en práctica a partir de la Ilustración y gracias a los filósofos del momento como Kant, Rousseau o Montesquieu.
Por eso quería hablar de la Acción Colectiva y del Repertorio Cosmopolita de acciones que provocan cambios en el estado de las cosas al nivel de la superestructura, cuyo trascurso a lo largo de la historia supuso grandes guerras y genocidios y cuya naturaleza sigue en pie de lucha porque al fin y al cabo se trata del umbral donde se sitúa la libertad de los individuos y de sus capacidades. La tarea que me propongo por tanto es redefinir el concepto de libertad en función de las interpretaciones que hace el espíritu de ella. Los filósofos de la actualidad nos hablan de los problemas derivados de la multiplicidad de aspectos intangibles que determinan la naturaleza implícita para con las personas que no son directamente iguales a nosotros en términos orgánicos, en mi opinión, la sociedad sigue sin estar preparada para aceptar la pluralidad de pueblos que existen a lo largo y ancho de la tierra, pero es necesario evocar la expresión de que los ojos son el reflejo del alma para explicarlo. Muchas veces nos paseamos por barrios que nos impresionan por sus olores, su música y su luz, no sabemos que provoca esta impresión y tampoco es necesario porque perderíamos la mirada hacia lo distinto a, ya puestos, nuestra propia casa, pero esto mismo pasa con las personas, la gente tiene acentos diversos, colores de piel distintos y costumbres variadas y si algo queda de la Ilustración es el talante humano de comprender dicha diferencia. Pero es normal que en ocasiones, los seres humanos busquen también una razón por la que hacen las cosas.
Durante la Ilustración se pensaba que el hombre (y la mujer) era el centro del mundo, que la ley y la razón eran un supuesto que nacía del intelecto y por tanto conocer el mundo era el primer paso para saber qué lugar ocupábamos en él pero eso no ha cambiado, solo ha habido, aunque Rousseau lo dudaría ya que la lacra de la humanidad (guerra, hambre, pobreza) sigue vigente, un pequeño progreso de la técnica pero es cierto que hoy día las máquinas relegan a los individuos al paro y que nuestras fuentes de energía contaminan aquella naturaleza de la cual esos mismos filósofos ilustrados se esforzaban por extraer sentidos y significados que abarcaran a los tormentos y las pasiones del espíritu, este deísmo se aprecia en el debate sobre lo bello y lo sublime de Kant, incluso Rousseau basó su filosofía en el contraste que los seres humanos sufrían al pasar de un estado salvaje a un estado civilizatorio, después se trató de catalogar dicha práctica como esencializadora de la naturaleza humana pero, al fin y al cabo, ¿no es la naturaleza la base de toda existencia, ya sea aquí o en Alpha Centauri? Es decir, que la naturaleza existe y nadie puede negarlo, además, cuanto más esencializemos nuestro entorno, antes veremos que no podemos vivir sin él.
Así que veamos, el entorno de la Ilustración propuso una vuelta al hombre (y la mujer) como medida del mundo, en ese momento materializó la historia (y esto sí que es esencializar un concepto) el proyecto del Renacimiento y Mundialización del saber, es decir, capacidad de crítica y conocimiento individual, universalidad de este conocimiento y búsqueda de los fundamentos de la razón en la realidad y no en referentes (del espacio) del cielo o de la imaginación. Este proceso se tomó entonces como natural y como necesario, los seres humanos aspiraban a controlar el futuro a intervenir en él y a rechazar cualquier conocimiento basado en la tradición, a ciencia cierta no se trataba de relegar a la religión a un segundo plano, sino de que esta formara parte de la vida del individuo y no de la forma de todo el Estado. Aquí es donde quería llegar pues, aunque haya llovido y amainado mucho hasta el día de hoy, se siguen resolviendo los conflictos derivados de la gestión de esa libertad de elegir lo que uno quiere ser en el espacio público y a decir verdad los políticos son esquivos a indagar en los cambios de la textura social, por lo que surgen problemáticas en el espacio compartido por todos para reivindicar derechos para unos y para otros. Por ello me gustaría estudiar la Ofensa como reivindicación y cómo esta categoría de acción, la reivindicación, es un producto de la toma de decisiones en el área pública sobre la libertad individual para preguntarme por qué es el espacio público dónde se siguen reivindicando las nuevas formas de espiritualidad que siguen y seguirán, en un sistema laico postsecular, dejando que desear a los ideales de libertad asumidos por parte de la población. Estos estados mentales o ideas o formas de ser o estilos de vida o “lo hago porque me da la gana” que se reivindican en la calle suelen afectar a colectivos organizados que ya han llevado a cabo peticiones a las autoridades y cuyas identidades están públicamente valoradas, pero en ocasiones se traban sus objetivos porque surge un sentimiento de Ofensa por parte de colectivos que a su vez pretenden defender un ideal de moralidad en una sociedad múltiple en rasgos y bajo mi punto de vista es criticable. Los protagonistas de este tipo de campañas son en su mayoría católicos practicantes que están en contra de cualquier alteración en el curso de la vida tal y como ellos la entienden, es decir, tal y como la creo Dios y lo dejó escrito para que imitáramos su obra y la de su hijo pero desde las ciencias sociales sabemos de la importancia de las creencias, lo que también sabemos es que ahora es necesario hablar de increencias y más desde la muerte de Dios y una nueva búsqueda de sistemas de ideas, por un lado la filosofía y por otro el marxismo, en último plano el liberalismo asociado al mercado como fuente de valor y de riqueza. Los problemas que vemos en el área de la Ofensa sugieren que los demás tienen que cambiar para que nosotros sigamos disfrutando de nuestra idea de lo correcto y que además si no lo hacen algún día sufrirán las consecuencias, todos conocemos las polémicas sobre el aborto, el cambio de sexo y los preservativos; también muy a tener en cuenta el carácter histórico de las afirmaciones religiosas, cuyo sustrato es coherente con el fondo de la reivindicación, es decir, que no se vean afectadas mis creencias, pero no con la forma, para que no se vean afectadas mis creencias otro no puede tener las suyas. Por eso creo que se puede reivindicar analíticamente una suspensión de la conciencia para abstraer el contenido de estas reivindicaciones cuya naturaleza social aspira a una naturaleza orgánica y promover el estudio de los motivos lógicos y emocionales que señalan aquellos creyentes hoy en día para reivindicar su propio espacio, que a su vez creen perdido por la cada vez mayor variedad de nacionalidades que toman partido en el espacio urbano y en las relaciones cotidianas pues no podemos negar que este es el principal problema ya que no todos vemos, olemos o escuchamos lo que subjetivamente nos gustaría y si de ello podemos extraer un síntoma entonces a lo mejor encontraremos una solución que de suyo podría reivindicar un hueco nuevo en la superestructura.
A modo de conclusión es necesario para este trabajo que entendamos lo que quiere decir laicidad, secularidad y espiritualidad en las sociedades modernas cuyos dogmas son los dogmas del Estado, como la idea de democracia, la igualdad de oportunidades y la libertad de pensamiento, asociada no tanto a la capacidad para tener ideas políticas sino a la virtud de ponerlas sobre la escena y reivindicar su atractivo reaccionario.
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